Una de las conferencias que más me impactaron durante mi época en el CEFIRE fue la de Francesco Tonucci. Teníamos varias reuniones en Valencia ese día y al día siguiente y aprovechamos para hacer noche allí y participar en una ponencia que Francesco realizó en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. No conocía a Francesco, y fue una gran sorpresa ya que todo lo que dijo me impactó.
Recuerdo esa conferencia en la que no paré de tomar notas de todo lo que decía. Coincidimos en un montón de ideas. Podría compartir en este post todo lo que dijo, pero no quiero que se pierda su esencia: su pasión por dar voz a los niños. Francesco es su altavoz. El altavoz de los niños.
Mi primer año en en centro de formación de personas adultas aprendí una gran lección: todos los alumnos no son iguales, muchos de ellos tienen problemas, dificultades, otros son normales y otros brillantes. Mi labor como profesor debía de ser facilitar su desarrollo y para ello tuve que escucharles y adaptarme a sus circunstancias. Fue una gran lección que me enseñaron mis alumnos del centro de adultos y que siempre que tengo oportunidad comento con mis compañeros de secundaria. Podemos mejorar el trabajo que hacemos si escuchamos a nuestros alumnos, compartimos sus circunstancias y trazamos un plan conjunto. Los alumnos, aunque sean jóvenes, son personas y tienen todo su derecho a decidir sobre el futuro que desean tener. Que vean un futuro de éxito y felicidad es nuestro trabajo. El movimiento para conseguirlo es el suyo.
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